Esteban Errandonea es un poeta nacional. A comienzos de siglo, tales palabras tienen algún significado. Sobre todo para él: estima sus propiós logros, lamenta un poco su gratuidad y puede prever las ignominias que dirán de su obra los manuales del futuro. Es, acaso de un modo equívoco para sus contemporáneos, alguien leal a sus pasiones. Un favor político le concede la oportunidad de ponerse a prueba como hombre de acción. Acepta, pues, el encargo que le hace el Ministro. Debe traer a la Capital, desde una estancia del Sur, a Elizabeth Askew, cuyo marido ha sido asesinado por el anarquista Tadeo Cruz. Después de una travesía en barco, Esteban Errandonea queda a merced de una intriga ajena que irá gradualmente involucrando su honor, su inteligencia y sus afectos.